Pobreza en Tamaulipas: avances reales, retos vigentes

Los datos del INEGI, basados en la metodología del CONEVAL que arroja la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en los Hogares 2024, colocan a Tamaulipas como uno de los estados con mayor reducción en pobreza y pobreza extrema en los últimos dos años. El logro no es menor: 242 mil 200 personas dejaron atrás la pobreza general y 50 mil 200 salieron de la pobreza extrema.
Las cifras son contundentes. Entre 2022 y 2024, la pobreza general bajó del 26.8% al 20.2% —una disminución de 6.6 puntos porcentuales— y la pobreza extrema pasó de 2.9% a 1.5%. Este último dato elevó a Tamaulipas del lugar 13 al puesto 10 nacional entre las entidades con menor porcentaje de pobreza extrema.
Sin embargo, la fotografía completa exige matices. Una reducción estadística no significa que las causas estructurales de la pobreza estén resueltas. Las regiones fronterizas, por ejemplo, siguen enfrentando rezagos en vivienda, servicios públicos y empleo formal, mientras que en el sur persisten desigualdades profundas ligadas al acceso a salud y educación.
Otro reto es la sostenibilidad de estos avances. Un cambio en la economía nacional, una crisis en los sectores productivos o un recorte en programas sociales podrían revertir rápidamente los números.
El riesgo es que el progreso registrado sea coyuntural y no producto de una transformación estructural.
Además, la encuesta se realizó entre agosto y noviembre de 2024, antes de que el país enfrente posibles ajustes fiscales y tensiones comerciales internacionales. El impacto de esos factores en los ingresos y el empleo aún está por verse.
Es cierto: Tamaulipas ha mejorado sus indicadores y eso merece reconocimiento. Pero la política social no puede descansar en las gráficas; debe blindar los avances con inversión en infraestructura, diversificación económica y estrategias que ataquen la desigualdad de raíz. Porque las cifras sirven para presumir, pero las realidades, esas que se viven en cada colonia y ejido, son las que dictan el verdadero resultado.
Basura y voluntad política: 16 años después
En El Mante, la basura lleva más de una década contando su propia historia: camiones viejos, rutas que se alargan y un servicio que, aunque indispensable, ha sufrido la desatención de cinco administraciones municipales. Dieciséis años pasaron sin que se adquiriera un solo camión nuevo para recolección. Hasta ahora.
La alcaldesa Paty Chío logró algo que en el papel parece sencillo pero en la práctica había sido postergado: poner sobre la mesa y lograr el respaldo unánime del Cabildo para iniciar la licitación pública nacional para comprar tres nuevas unidades. Es un paso que no solo moderniza el parque vehicular, sino que manda un mensaje: cuando hay voluntad, se puede.
La última vez que se reforzó la flotilla fue en la administración 2008-2010. Desde entonces, el deterioro avanzó, la demanda creció y las quejas ciudadanas se volvieron parte del paisaje. Hoy, con esta decisión, se rompe esa inercia de abandono.
Que el Cabildo haya aprobado por unanimidad la propuesta no es un dato menor. En un municipio donde las diferencias políticas suelen frenar proyectos, aquí hubo coincidencia. Y es que, al final, la basura no distingue colores partidistas: si no se recoge, afecta a todos.
Los tres camiones nuevos no resolverán todos los problemas de recolección, pero sí serán un alivio para las rutas más saturadas y un respiro para un servicio que trabaja con vehículos al límite de su vida útil. La licitación nacional, además, abre la puerta a un proceso más transparente y con mejores opciones de compra.
Es cierto, no se trata de una obra monumental ni de un gasto millonario que acapare portadas. Pero en una ciudad que llevaba más de tres lustros sin invertir en esta área, la decisión de Paty Chío no es menor. Porque gobernar también es atender lo básico, y ahí es donde muchas administraciones fallan.
El reto será que esta no sea una acción aislada, sino el inicio de una política constante de mantenimiento y renovación del parque vehicular. Porque si algo nos enseñan estos 16 años de espera es que la basura no se amontona sola… se acumula cuando falta voluntad política.