Columnas - Vanessa Romero Rocha

Los Diez Mandamientos de Sheinbaum

  • Por: VANESSA ROMERO ROCHA
  • 12 MAYO 2025
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Los Diez Mandamientos de Sheinbaum

¿Las sanciones vendrán por la comisión de honor y justicia o serán meramente electorales? Presumiblemente lo segundo: Sheinbaum privilegia la unidad

Mientras Sheinbaum subía al monte Sinaí para recibir las tablas de la Ley, algunos morenistas —impacientes ante el silencio— pidieron a Adán que les hiciera un dios. Adán recolectó joyas de oro del pueblo y moldeó un becerro de oro, al que comenzaron a adorar con sacrificios y celebraciones. 

Cuando Sheinbaum bajó del monte y vio la adoración del dorado becerro, ardió en furia. 

Poco antes de rendir protesta como Presidenta Constitucional —en el séptimo Congreso Nacional Extraordinario de Morena en septiembre del año pasado—, Sheinbaum Pardo dejó a un lado la túnica del partido. Solicitó licencia como militante y entregó diez mandamientos. 

1. Amarás la unidad por sobre todas las cosas y no caerás en la tentación del sectarismo. 

2. Morena es pueblo y, como tal, vivirás con honestidad, rechazando el lujo y la ambición. 

3. No harás del poder un negocio familiar.

4. No serás partido de Estado: saldrás de casa en casa a repartir el Regeneración. 

5. Fortalecerás el Instituto de Formación Política. 

6. No olvidarás que eres partido y también movimiento: caminarás con el pueblo. 

7. No elegirás por dedazo ni por consigna: escucharás la voz popular a través de las encuestas. 

8. Vivirás bajo la austeridad republicana: sin lujos ni privilegios. 

9. No pactarás con la delincuencia ni la organizada ni la de cuello blanco. 

10. Lucharás contra toda forma de discriminación. 

No había terminado la mandataria de recitar su decálogo, cuando los fieles ya lo habían olvidado. Andrés Manuel López Obrador se había retirado. En su ausencia, ¿quién habría de juzgarlos? 

Los feligreses comenzaron a pecar.

Los jefes del Legislativo —viejos amantes del fuego— no tardaron en avivar el infierno: hicieron arder la unidad mientras se arrojaban acusaciones de sus millones mal habidos.

Atizaron las brasas al adorar al infiel Yunes en el altar. 

Despertaron la ira de Sheinbaum al desoír el llamado a reuniones de la presidenta del partido. 

Abordaron sus camionetas de lujo blindadas por cuerpos de seguridad. Se-

pultaron los días del humilde Tsuru. 

Viajaron por el mundo en misiones de dudosa urgencia: a Estrasburgo a la Conferencia Europea de Presidentes de Parlamentos; a Arabia Saudita para una cumbre de mujeres parlamentarias. Funciones estructurales para el funcionamiento estatal.

Avanzaron candidaturas a gobernador para suceder a la propia hija. 

Ofrecieron millón y medio de almas del magisterio sin consultar su voluntad. 

Cubrieron al Estado grande —clínicas, ambulancias y espectaculares— con el rostro de políticos a cargo de recursos privados.

Desprestigiaron a la Secretaría del Bienestar para despojarla del control de los programas sociales que en su poder resguarda. 

Exigieron hacer públicos los votos secretos en el Senado para imponer disciplina partidista y extinguir cualquier intento de disidencia. 

Con eso en mente, la Presidenta empuñó el bastón de mando y rugió: recordó a su partido el decálogo de septiembre y —sin nombres y apellidos— destacó los pecados más no el pecador. 

De manera elegante, mediante la entrega de una carta a la presidenta del partido —Luisa María Alcalde— Sheinbaum Pardo reforzó las viejas tablas de la Ley. El Consejo Nacional de Morena, obediente, aprobó por unanimidad cada uno de sus mandamientos. 

Sheinbaum retomó el control del partido. 

Lo aprobado no fue manifiesto sino código moral. Un manual de comportamiento. Una guía práctica para que nadie se dé por aludido, pero todos se sientan observados. Qué es —y cómo se encarna— la austeridad republicana. Qué evitar para no caer en nepotismo. Cómo disentir sin dinamitar. Qué visitar y cómo viajar. Estatutos para principiantes. Estatutos para los que no se saben comportar. 

¿Las sanciones vendrán por la comisión de honor y justicia o serán meramente electorales? Presumiblemente lo segundo: Sheinbaum privilegia la unidad. 

Las tablas de Sheinbaum tenían tres destinatarios. El primero: Luisa María Alcalde, que necesitaba un espaldarazo para enfrentar a los que no entienden de jerarquías. El segundo: los voraces. El tercero: los simpatizantes, para que aprendan a reconocer a los impresentables. Aunque viajen en Suburban y porten veintisiete Amlitos. 

El último discurso escrito por Andrés Manuel López Obrador —leído por Alfonso Durazo ante el séptimo Congreso Nacional del partido— repite en dos ocasiones: fortalezcan la hermandad, el compañerismo y la institucionalidad en el partido. Mantengan siempre la unidad, la humildad y la honestidad. 

Dejen de adorar becerros de oro.

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