Adán vs Andy… la lucha por el partido

La rehabilitación de Adán Augusto López Hernández, sostenido este lunes por la presidenta Claudia Sheinbaum como líder guinda en el Senado, abre una pugna por el control de Morena entre el paisano de Andrés Manuel López Obrador y su heredero político.
Andrés Manuel López Beltrán, Andy, número dos de Morena, y el exsecretario de Gobernación podrían disputar la canasta de las principales candidaturas del 2027, proceso en el que se renovarán 16 gubernaturas y la Cámara de Diputados, entre muchos otros puestos.
Las intermedias del sexenio pondrán a prueba a un movimiento que dos años antes de esa cita tiene algunos resultados de Gobierno que presumir al electorado, sobre todo en cuanto a combate a la pobreza, pero que también encara múltiples y bochornosos escándalos.
Y aun así, de seguir la desarticulación de los partidos de oposición, lo más previsible es una nueva cita electoral donde la pelea más importante ocurrirá en las internas morenistas, cuyos abanderados podrían luego asumirse como los favoritos de la competencia.
Los dos años que faltan para ir a las urnas son nada en términos de operación política. Las reglas de la no reelección y el no nepotismo meterán a Morena en una situación inédita, obligando a recambio de cuadros, reglas para evitar inconformidades y muñequeo con aliados.
Si bien el partido, que preside Luisa María Alcalde, ha anunciado que optará por encuestas como medio para entregar candidaturas a las y los mejor posicionados (con el factor de género como un as discrecional bajo la manga), la pregunta es quién ayuda a quién a hacerse popular.
Adán Augusto López Hernández tiene una nada despreciable experiencia parlamentaria, en donde ha forjado compadrazgos de todo tipo. Además, aprovechó su paso por la Secretaría de Gobernación (2021-2023) para fomentar otro tipo de alianzas a nivel nacional.
Haber sobrevivido a la crisis del caso La Barredora, grupo criminal que creció al amparo del jefe policiaco nombrado por él cuando fue gobernador de Tabasco, le hará parecer más fuerte, y, por qué no, cobrar afrentas a quienes hace semanas lo creían desahuciado.
Lo que se prefigura es una lucha donde López Hernández echaría mano incluso de empresarios para que perfiles cercanos a él se promocionen, como ocurrió en el caso de Chihuahua con la senadora Andrea Chávez y las supuestas caravanas de la salud.
Por otro lado, el Senado es semillero de aspirantes a gubernaturas. Adán Augusto tiene control de la bancada y dotes para amarres. No por nada fue de las pocas figuras que se presentaron en la despedida de Gerardo Fernández Noroña como presidente de la Cámara Alta.
Y tiene algo más. Algo que no se le nota a Andy López Beltrán. Hambre, ambición. Inocultables. Quizá incluso podría decirse que ganas de revancha luego de que en la competencia de las corcholatas padeció la humillación de un tercer lugar empatado con Noroña.
Mientras López Beltrán se pasó el verano de vacaciones —tras cosechar unos muy modestos resultados en Durango y Veracruz—, Adán Augusto estuvo luchando por sobrevivir a la polémica de La Barredora. Septiembre lo iniciarán con historias políticas muy distintas.
Andy tiene la fortaleza de la estructura, un cargo de secretario de Organización prácticamente plenipotenciario, y desde luego que el apoyo de su padre. No posee, en cambio, heridas de guerra en la lucha política que le hagan suscitar admiración o crecer su liderazgo.
Es frecuente escuchar cómo a López Beltrán le inventan un futuro más parecido a lo que muchos quisieran para cobijarse en él que a sus capacidades políticas evidentes. Eso es hoy, por ejemplo, el runrún de que Andy será candidato a la Ciudad de México en 2030. ¿Con qué?