Columnas -

La consulta popular que mató a Jesucristo

  • Por: ALBERTO CASAS SANTAMARÍA
  • 18 ABRIL 2025
  • COMPARTIR
La consulta popular que mató a Jesucristo

La historia de la muerte de Jesús, que se recuerda cada Semana Santa, también es la prueba de que no siempre las mayorías tienen la razón

Los cambios en la tradicional Semana Santa han sido tantos y tan variados que ya no es semana porque se trabaja lunes, martes y miércoles. Tampoco es santa porque ya no es tan numerosa la clientela a los oficios de la denominada Semana Mayor y, en cambio, es muy exitosa la vacación turística que ofrece beneficios económicos muy atractivos pero que no tienen relación con el motivo de la festividad que se conmemora, nada menos que la vida y la muerte de Jesucristo. Se decía entonces que había dos semanas santas. La estrictamente litúrgica y la popular, pintoresca. Ahora hay una tercera: la folclórica, que no es litúrgica ni popular, es parrandera.

La vieja Semana Santa, la que le tocó a mis padres, la de la copla Tres jueves hay en el año/ que causan admiración /jueves santo, Corpus Christi/ y jueves de la Ascensión. Los jueves santos se estrenaba vestido y se visitaban los monumentos llenos de frutas y flores. En España, el Domingo de Ramos siguen estrenando ropa los niños.

Los hermanos Ángel y Rufino José Cuervo dejaron escrito que el general Santander era asistente asiduo de las fiestas de la Iglesia, en especial a las tinieblas y lamentaciones de la Semana Santa. Era un oficio en el que, en la medida que adelantaba el canto de los salmos, iban apagándose una a una las candelas. Popayán y algunos pueblos mantienen la tradición de los oficios respectivos. Expresiones que han perdido hoy todo su significado, como la del nombre Sábado de Gloria por haber movido el canto pascual de la medianoche para las primeras horas del domingo.

La historia de la muerte de Jesús y su relación con la consulta popular es la que se deriva del relato evangélico:

Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió y preguntaban “¿Quién es este?”. Y la gente respondía: “Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea”. Unos días antes de la fiesta de Pascua, Judas, uno de los doce apóstoles, lo traicionó y lo entregó a los soldados del régimen. Estos lo llevaron a la casa del sumo sacerdote, Caifás. Allí deliberaron los sacerdotes y ancianos del pueblo sobre la manera para hacer ejecutar a Jesús. Lo ataron y lo llevaron ante Poncio Pilato, el gobernador, y se lo entregaron.

Pilato convocó al pueblo en una consulta popular de la época para preguntarles: “¿A quién quieren que ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús, llamado El Mesías?”. Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Tomando de nuevo la palabra, el gobernador les preguntó: “¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?”. El pueblo contestó en consulta popular: “A Barrabás”. Pilato continuó: “¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?”. Todos respondieron: “Que sea crucificado”. Él insistió: “¿Qué mal ha hecho?”, pero ellos gritaban más fuerte: “Que sea crucificado.”

Es la prueba de que no siempre las mayorías tienen la razón.


Continúa leyendo otros autores