Mexicanos en Madrid: la revancha

Cinco siglos después, los mexicanos han invadido España y en concreto Madrid, su capital. Se trata de una verdadera toma de esa ciudad española y no, no ha sido la voluntad del populista delirante que gobernó México los años recientes lo que ha logrado la exitosa invasión. Ha sido gente adinerada de la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, que lo mismo compran departamentos en las zonas de lujo, que abren restaurantes o mandan a sus hijos a estudiar en la urbe española.
Si en la Ciudad de México los habitantes de algunas zonas de la ciudad se quejan amargamente de que están gentrificadas por estadounidenses y que en las taquerías las salsas ya no pican, y que los menús y los precios son para gringos, ¿qué podrán decir los madrileños de la invasión mexa por esos lares? Han visto estupefactos cómo sus avenidas se llenan de “manitos y hermanitos” que atiborran restaurantes y tiendas de lujo, arman pachanga en todos lados y van adueñándose de la ciudad.
En Madrid viven tres expresidentes mexicanos. No es cualquier cosa. Aquí en México con Aznar no sabríamos qué hacer, aunque la gigantesca dimensión de la Ciudad de México ayuda bastante a pasar medianamente desapercibido, cosa que no sucede con los barrios madrileños. Como si de una broma amarga se tratara, todo indica que se irá a vivir para allá la todavía esposa del atolondrado presidente que exigió disculpas a España por los abusos cometidos hace 500 años. La señora Gutiérrez Müller fue una de las principales instigadoras del veneno (producto de fabricación casera en el que fuera domicilio presidencial) contra los españoles de ahora, por lo que hicieron los de hace siglos. La señora —se sabe si por conveniencia, por venganza marital o simplemente por su acendrado cinismo— ha solicitado la nacionalidad española para ser vasalla del rey que tanto denostó. Qué pena con los españoles.
Pero más allá de las vicisitudes políticas, la invasión mexicana es sorprendente. Un amigo español me comenta que han visto la apropiación del barrio de Salamanca. Pero ahí no para el asunto, pues la “mancha mexa” se extiende ya a Chamberí, el barrio de Los Jerónimos y el de Las Letras. Es común escuchar en los restaurantes “güerito, regálame una cubita”, en solicitud a un mesero. Los mexicanos han distorsionado la relación que tenían los madrileños con los trabajadores de la hostelería. Dan propinas abultadas a quienes no estaban acostumbrados a recibirlas; ofrecen dinero para saltarse la lista de espera. Van en grupo, piden alcohol por botellas, parece que el único vino que conocen es el Vega Sicilia. Se ha normalizado ya como bebida el “carajillo mexicano”. Es, dice mi amigo, como “una invasión de nuevos ricos, gastan como locos”. Me dice también, recalcando: “Hace 500 años mandamos 3.000 hombres, ahora ustedes ya van en varios cientos de miles”. Y es que, en efecto, en el año 2024 aterrizaron por allá más de 700.000 mexicanos. Hay más de cien restaurantes de comida mexicana en Madrid. Los ricos de la Nueva España no tienen problemas para saber a dónde ir: tienen su restaurante de mariscos, su taquería, su comida gourmet, y hasta sus bares para cantar sus canciones de mariachis. No es una invasión de jardineros como en California, aquí se trata de gente adinerada que va en grupo ostentando su poder adquisitivo. Lo mismo dando propinas que comprando departamentos.
Jorge Ibargüengoitia decía que “los mexicanos nos distinguimos a veinte metros por la papada, los cachetitos y la tendencia a llevar sacos de Tlaxcala”. Eso quedó atrás, muy atrás. Ahora entran a los establecimientos de moda para vestirse no necesariamente a la moda, pero sí con lo más caro. Cuando uno le pregunta a alguien que viene de Madrid si es cierto que en esa ciudad hay más mexicanos que en la colonia Condesa, te contestan afirmativamente y subrayan que “eso parece Polanco”. Madrid es el nuevo lugar para pasar temporadas de vacaciones con conocidos, pues no es necesario tener que socializar con los locales. Hay hoteles de lujo propiedad de mexicanos, la plaza de toros de Madrid, se dice, pertenece a un líder sindical y diputado mexicano, en fin, que la conquista va de regreso con comida incluida.