La señora Vida

A un cierto comerciante de mi ciudad, Saltillo, le preguntaban: "¿Cómo te ha ido?". Solía responder: "Bien y mal, para saber de todo". A mí me ha ido más bien bien que mal, lo digo en frase cacofónica. Si me quejara sería injusto con la señora Vida. Ciertamente he recibido de ella la cuota de duelos y quebrantos inherentes a la condición humana. ¿Quién soy yo para que se me exima de las penas que mi prójimo padece? He sufrido pérdidas que me han hecho perderme en la duda y la desesperación, pero el tiempo sabe hacer dos cosas: pasar y curar heridas de alma, y me ha devuelto la certidumbre y la esperanza. Este introito, que va saliendo ya muy largo y demasiado intenso, me sirve para decir que con motivo del Día del Maestro recibí de mi amada Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila el Trofeo Temis, que por primera vez se entrega a alguien que perteneció al claustro del ilustre plantel. En sus aulas profesé cátedra hasta que me llegó el día de la jubilación, fecha a la vez triste y alegre, pues me alejaba del salón de clase y de mis estudiantes, y a la vez me daba más horas para vivirlas al lado de la amada eterna y de mis hijos y mis nietos. Temis es la diosa de la Justicia. Se caracterizaba por su prudencia y apego a la verdad. En las imágenes aparece con los ojos vendados, signo de imparcialidad. No obstante, en el trofeo Temis se ha levantado la venda para dejar libre la mirada de un ojo a fin de ver, al impartir justicia, la diferencia que hay entre ricos y pobres, débiles y poderosos, buenos y malos, humildes y soberbios. Bien dijo don Quijote a Sancho cuando el fiel escudero fue a gobernar su ínsula: "Si la vara de la justicia se rompe, que no sea bajo el peso de la dádiva, sino de la misericordia". De memoria he citado, de modo que no sé si habré citado bien. En los aciagos días que vivimos hoy la justicia está siendo conculcada por una camarilla que se valió de la incipiente democracia que en México existía para hacerse del poder, y luego lo aprovechó para destruir esa misma democracia. Fuimos gobernados por un hombre obcecado y prepotente que alguna vez pidió que no le fueran con el cuento de que la ley es la ley. Naufragó ésta, lo mismo que las instituciones, en el curso de su sexenio, tiempo durante el cual, parodiando la expresión de Vargas Llosa, se jodió México. Su inconsulta y perversa reforma judicial no sólo hará que vengan malos tiempos en el campo de la justicia: provocará también la desaparición del sistema de frenos y contrapesos sin el cual no puede haber gobierno bueno. Por fortuna, en mi natal Coahuila existe una sólida tradición jurídica que evitará en lo posible dichos males. Esa tradición se fortaleció con la antigua Escuela de Leyes fundada por el insigne maestro don Francisco García Cárdenas, plantel que es ahora la prestigiosa Facultad de Jurisprudencia. Cada año egresa de ella una generación de jóvenes abogadas y abogados nutridos en el respeto al orden jurídico, base de una vida comunitaria segura y ordenada. Agradezco al director de la institución, licenciado Alfonso Yáñez Arreola, el honor que me confirió al entregarme esa presea ante los maestros y maestras, alumnas y alumnos del plantel. Amo profundamente a la Facultad de Jurisprudencia. Amo con ese mismo amor a mi Universidad. En el tiempo de vida que me quede espero poder darles algo de mí, siquiera sea insignificante, a cambio de todos los generosos dones que de mi casa de estudios y de mi escuela he recibido. Decir que no los merezco es lugar común, pero en mi caso es cierto. Por eso los agradezco más. FIN.
MANGANITAS
Por AFA
"Varios políticos de la 4T han solicitado la visa española".
Diré en manera concisa
la verdadera razón
por la cual piden la visa:
allá no hay extradición.