Columnas - Pensándolo bien

La Cuarta Transformación en busca de transformadores

  • Por: JORGE ZEPEDA PATTERSON
  • 21 AGOSTO 2025
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La Cuarta Transformación en busca de transformadores

Cambiar a una sociedad requiere mucho más que ideales justos, voluntad o liderazgos hábiles y responsables. Requiere cuadros. La Cuarta Transformación quedará en dichos y proclamas, si no desarrolla a los actores dispuestos a convertir en realidad una nueva sociedad a todo lo largo del territorio y de la pirámide de la administración pública. Transformar requiere transformados, convertidos en transformadores. Y no es trabalenguas sino sentido común.

Ese es el desafío del segundo piso de la 4T, la verdadera obra negra que intenta construir el gobierno de Claudia Sheinbaum. A 11 meses de iniciado el gobierno hay pocas dudas de la capacidad profesional de la presidenta. Una verdadera CEO de la administración pública, en más de un sentido, además de otros atributos políticos y de liderazgo. Pero no puede gobernar sola. No si el propósito es algo tan ambicioso como construir una sociedad distinta.

Más allá de la polémica, México ha tenido sucesivamente los dos líderes que necesitaba para efectos de un intento de transformación. Andrés Manuel López Obrador, con su carisma, astucia y obstinación, era la cabeza que requería un movimiento popular para arrebatar el poder político a las élites. Nada fácil en un país tan desigual como el nuestro. Tomar por asalto Palacio, retenerlo y hacerlo inexpugnable exige cierto tipo de combatientes y López Obrador lo es. Y me detengo un momento en lo de “retenerlo”. Dar continuidad era un objetivo imprescindible si se quería aspirar a algún tipo de transformación real. El éxito de lo que consiguió el tabasqueño puede dimensionarse cabalmente cuando se le compara con la ola de triunfos de líderes de izquierda o populares en América Latina. Todos ellos en retroceso o en dificultades en sus respectivos países, salvo en México, en donde el movimiento no ha hecho más que fortalecerse. El meritorio descenso de la pobreza, y la garantía de un segundo sexenio, constituyen una proeza más allá de otros logros y, sin duda, algunos desaciertos.

Mucho de lo que se ha achacado a López Obrador tiene que ver con rasgos personales; es un animal político, no un administrador profesional e insisto, eso era lo que el movimiento necesitaba. Pero ese voluntarismo presidencial también se acentúo por la ausencia de cuadros profesionales para sacar la tarea. Simple y sencillamente Morena no contaba con el personal para hacerse cargo de la administración pública. Basta ver su primer gabinete plagado de expriistas, de recién llegados, de más de un empresario rapaz, de falsos obradoristas o incluso de panistas como Germán Martínez. Y se notó. Suplió como pudo, con el Ejército, con improvisados, con intuiciones y voluntarismo personal.

En su segunda versión, la 4T intenta encontrar a sus propios operadores. Está en ciernes, pero comienza a advertirse que algo está sucediendo. A su manera es lo que hizo la tecnocracia que gobernó durante 35 años. Al margen del partido que estuviese en Los Pinos, pudo conseguirlo gracias a la estabilidad de una generación de cuadros profundamente imbuidos en los fundamentos neoliberales. Hábiles y capaces para efectos de reproducir y dar continuidad al orden vigente. No se han ido del todo porque muchos de ellos aún operan en el cuarto de máquinas de la administración federal. El verdadero éxito de la 4T solo será posible cuando esas generaciones sean sustituidas por elementos que compartan valores congruentes con un nuevo régimen.

Y, justamente, eso es lo que está en marcha, aun cuando sea silenciosa. Podemos verlo en particular en materia económica en el trabajo que Edgar Amador, Luz Elena González y Raquel Buenrostro hacen desde Hacienda, Energía y Anticorrupción, respectivamente, para construir nuevos cuadros. En el mismo sentido David Kershenobich y Julio Berdegué, desde Salud y Agricultura, sorprenden con la confianza que han depositado en cabezas frescas y capaces que no esconden su entusiasmo en lo que están haciendo. Por no hablar de la nueva generación de policías e investigadores que acompaña a Omar García Harfuch, sin los cuales sería inexplicable la efectividad mostrada en tan poco tiempo. El gusto que da escuchar en la mañanera a Marina Núñez Bespalova y a Noemí Pérez del área cultural, a Rosaura Ruiz y Violeta Vázquez en temas de ciencia y sociedad, o a Andrés Lajous y su entendida pasión por los trenes. Y en otra ocasión abordaré con más tiempo lo que está haciendo José Merino en la Agencia de Transformación Digital, la apuesta más ambiciosa para mejorar de fondo la operación del gobierno.

@jorgezepeda 


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