Columnas - Carlos Tovar

‘Después del Tratado’

  • Por: CARLOS TOVAR
  • 07 MAYO 2025
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‘Después del Tratado’

Donald Trump volvió a poner en duda lo que hasta hace poco parecía incuestionable. Este martes dijo que ya no sabe si el T-MEC es necesario. Lo dijo frente al primer ministro canadiense, Mark Carney, en la Casa Blanca, mientras los tres países aún se preparan para evaluar la continuidad del acuerdo que, desde 2020, rige la integración económica de América del Norte.

No es la primera vez que Trump dinamita el terreno desde donde habla. Pero esta vez sus palabras resuenan con más fuerza, porque llegan justo cuando la economía de Estados Unidos muestra signos de desaceleración y cuando la ofensiva arancelaria que ha impuesto empieza a alterar los flujos comerciales globales.

En este escenario, el  dato es contundente. A pesar de los nuevos aranceles, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos crecieron 15.4 por ciento en marzo, según la Oficina del Censo, un avance que supera al de Canadá y contrasta con la caída registrada por China.

México exportó casi 48 mil millones de dólares ese mes, consolidándose como el principal socio comercial de Estados Unidos, con una participación de 14.6 por ciento. Es una cifra que sorprende, pero que también debe leerse con cautela porque, si bien los números son buenos, no lo es el contexto.

Desde el 4 de febrero, Estados Unidos aplica un arancel del 25 por ciento a todos los productos mexicanos que no cumplan con las reglas de origen del T-MEC; además, el 12 de marzo se impuso el mismo a importaciones de acero, aluminio y sus derivados. El propio Fondo Monetario Internacional advirtió que este clima proteccionista eleva el riesgo de recesión en Estados Unidos a un 40 por ciento. México, en este contexto, ya enfrenta una revisión a la baja de su crecimiento.

De acuerdo con el FMI, el país podría entrar en recesión este año con una contracción del PIB de 0.3 por ciento, muy lejos del 1.4 por ciento que se proyectaba hace sólo tres meses.

¿Qué significa todo esto para Tamaulipas?, mucho, porque Tamaulipas no es una nota al calce del comercio con Estados Unidos. Es frontera, es industria, es logística. En ciudades como Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo, la economía se ha construido sobre la base de un modelo exportador profundamente vinculado al mercado estadounidense; lo mismo ocurre en los puertos de Altamira y Tampico, que sirven como nodos estratégicos para las cadenas de valor global.

Cualquier alteración en esta dinámica tiene repercusiones directas en la planta productiva local, en el empleo y en las decisiones de inversión.

Dos buenas noticias por ahora: una, las exportaciones mexicanas han resistido; dos, se mantiene la exención de los aranceles a las autopartes y componentes con ‘ADN gringo’. 

Parte del repunte de las exportaciones se debe al adelanto de embarques para evitar el impacto de los aranceles, pero también hay detrás una inercia productiva que sigue siendo fuerte. La mala noticia es que la volatilidad no ha terminado: Trump ha dicho que no necesita firmar acuerdos, que los demás 

aíses son los que necesitan acceso al mercado estadounidense. Y esa narrativa no sólo es retórica, está guiando las decisiones de su administración. Las señales son claras. 

Hay un giro hacia el proteccionismo, una presión creciente sobre las reglas del T-MEC y una incertidumbre que se cierne sobre el futuro inmediato.

En este contexto, no basta con exportar más. Los expertos dicen que hay que pensar estratégicamente. México necesita acelerar su transición hacia un modelo que combine integración con diversificación.

Y Tamaulipas debe estar en esa primera línea de transformación. Porque si algo ha quedado claro en los últimos meses es que depender de un solo mercado es un riesgo. Las decisiones de una sola persona, por más poderoso que sea su cargo, no deberían tener la capacidad de poner en jaque el desarrollo de toda una región.

Por eso cobra sentido el discurso que desde hace tiempo insiste en fortalecer el mercado interno, en buscar nuevos socios globales, en fomentar cadenas de valor regionales más robustas; pero esos objetivos no se alcanzan con mensajes políticos, se logran con política industrial activa, con infraestructura moderna, con educación técnica pertinente, con incentivos bien diseñados.

Tamaulipas, con su vocación exportadora, tiene la oportunidad de ir más allá del ensamblaje y del cruce de mercancías.

Lo que ocurre hoy con los aranceles es una advertencia. No porque el comercio con Estados Unidos vaya a desaparecer, sino porque puede cambiar de forma. 

Y si México no se adapta, si Tamaulipas no se prepara, el golpe será mayor. Lo que debe hacerse es claro: reducir la vulnerabilidad externa, diversificar mercados, aprovechar las tensiones globales para ofrecer al mundo una plataforma de producción confiable, eficiente y estable y, al mismo tiempo, mirar hacia adentro, potenciar el consumo interno, fortalecer la economía local, hacer que las exportaciones no sean la única vía de desarrollo.

Frente a la política incendiaria y la incertidumbre, México debe mantener la línea de responder con inteligencia. 

Mail: ct@carlostovar.com

X: @carlostovarmx



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