Columnas - De política y cosas peores

Tres comensales

  • Por: CATÓN
  • 23 AGOSTO 2025
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Tres comensales

La historieta que descorre hoy el telón de esta columnejilla se relataba hace años. En la mesa de cierto restorán se hallaban tres comensales: un japonés, un alemán y un mexicano. De pronto el nipón se puso frente a la boca el dedo pulgar de la mano derecha y comenzó a hablar. Le preguntaron los otros: "¿Qué haces?". "Hablo con un amigo -respondió el oriental-. Nuestra tecnología está tan avanzada que llevamos el teléfono en la uña del dedo". Poco después el alemán empezó a hablar como si estuviera solo. Los otros le preguntaron: "¿Qué haces?". Contestó el germano: "Estoy hablando con mi esposa. Nuestra tecnología está tan avanzada que llevamos el teléfono en la parte interior de uno de nuestros dientes incisivos". Pasó un rato, y de repente el mexicano se inclinó en su asiento, de modo que quedó sentado sobre una sola posadera. Le preguntaron los otros: "¿Qué haces?". "Momento -dijo el mexicano-. Me está entrando un fax". Ese cuentecito tiene el defecto de ser blanco, pero me sirve para destacar el enorme avance que en los últimos años hemos visto en materia de tecnología. Quedó olvidado el fax, ese artilugio que hacía temer a Babalucas que le cogiera la corbata, porque quién sabe a dónde lo enviaría. Obsoletos quedaron también aquellos primeros teléfonos portátiles que pesaban casi un kilo. Si te lo ponías en el bolsillo trasero de tu pantalón se te caía el pantalón. Celebramos, desde luego, los extraordinarios progresos realizados en el campo de la comunicación, pero quisiéramos que tan notable desarrollo se hubiera hecho también en el terreno de la medicina, para que del mismo modo que prácticamente desaparecieron enfermedades como la polio y la tuberculosis se hubiese disipado también la amenaza de males que aún sufre la humanidad, como el cáncer y la diabetes. Viniendo a terrenos más locales hemos de pensar que los adelantos de la tecnología no llegaron al Tren Maya, el cual tiene problemas hoy y mañana también. Esa obra de AMLO no solo trajo consigo uno de los más graves atentados que en el mundo se han consumado contra la ecología, sino también es otro de los barriles sin fondo de los varios creados en el sexenio de López Obrador, período impoluto e inmaculado en las palabras, pero en los hechos lleno de nepotismo y corrupción. Si me es permitido un deplorable juego de palabras diré que a aquel tren se lo está llevando el tren. Pero un momento, por favor: me está entrando un fax. En el Bar Ahúnda un joven recién casado les comentó, pesaroso, a sus amigos: "Antes de casarnos mi novia le tenía miedo a la oscuridad. La noche de bodas me miró sin ropa, y ahora le tiene miedo a la luz".  He narrado aquí las desventuras conyugales de don Cucoldo, marido a quien su liviana esposa adorna la cabeza por costumbre. El otro día el señor llegó a su casa y halló a la pecatriz en compañía de un sujeto con el que al parecer tenía familiaridad, pues lo llamaba "papacito" y "prieto santo".  Al ver a su consorte en ese pecaminoso trance don Cucoldo prorrumpió en dicterios contra ella: "¡Hetaira! ¡Mesalina! ¡Cortesana! ¡Zorra! ¡Pendona! ¡Daifa! ¡Meretriz!". El papacito y prieto santo se irguió en el lecho y le dijo con severidad a don Cucoldo: "Repórtese usted, caballero. Hay una dama presente".  "Le dije a mi novio que no quería verlo más". Eso le contó Rosibel a su amiga Susiflor. "¿Y qué dijo él?" -preguntó Susiflor. "Nada -replicó Rosibel-. Nomás se tapó la cabeza con la sábana". En la sala de descanso de la clínica una enfermera le preguntó a otra: "¿Por qué traes en la oreja el termómetro rectal?". "¡Santo cielo! -exclamó consternada la otra-. ¿Qué paciente traerá mi lápiz allá atrás?". FIN.

MANGANITAS

Por AFA

". Guardan silencio AMLO, Andy y Beatriz.".

Tras las críticas habidas

una y otra y otra vez,

parece que ahora los tres

juegan a las escondidas.


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